lunes, 1 de febrero de 2010

Historia de un bardo y un pequeño trovador.

Érase una vez un pequeño niño que, fascinado por los misterios de la música pidió a un bardo que tocaba en la calle de la plaza que se convirtiese en su maestro. El experimentado bardo, sabiendo que su profesión era dura y sacrificada, valoró sus capacidades de enseñar y las ganas de aprender del muchacho, y decidió que el esfuerzo valía la pena.
Muchas tardes pasaron el bardo y su aprendiz, el bardo con sus silencios reflexivos apoyado en su laúd adornado con una pica, y el aprendiz con un tímido rasgar de cuerdas, intentando retener en su mente cada consejo y matiz de su maestro.
El tiempo pasó, y lo que al principio fue respeto se convirtió en admiración,despues vino la amistad, y al final un profundo afecto unió al maestro y al aprendiz.
Poco a poco el niño iba aprendiendo, hasta que llegó el día de su primer concierto,la prueba en la que debía mostrar de verdad su valía.
El pequeño trovador recordaba una de sus últimas lecciones...en el que un cambio de cuerda daba a la misma nota un tono mas alegre,y al reves... "Igual, pero diferente" decia el maestro...

El niño creció, fué a aumentar sus conocimientos, la distancia hizo mella entre el maestro y el aprendiz. El afecto se convirtió en amistad, después vino la admiración, y al final sólo quedo un profundo respeto. Pero el aprendiz, en uno de sus viajes, escuchó una melodia... justo la primera melodía que aprendió a tocar...

Y el trovador tuvo una idea, cogió su amado laúd y le grabó un símbolo en su pulida madera.

El destino quiso que el maestro y el aprendiz volvieran a encontrarse, y el primero mostró interes por el nuevo dibujo grabado en el laúd. El aprendiz enseñó orgulloso el dibujo de un trébol en su instrumento.

"Igual, pero diferente,¿recuerdas?"

El maestro y el aprendiz se abrazaron, y el respeto instantáneamente se convirtió en afecto.

2 comentarios:

Arlequín dijo...

Echaba de menos tus historias.

Como en este relato, en mi caso supongo que tu vuelta ha supuesto la vuelta del afecto que se olvida con la distancia o el tiempo.

Quien sabe si algún día se convertirá en admiración o amistad. Espero que con el bardo y el trovador al fin renaciera.

Un abrazo Príncipe Mendigo.

Max Estrella dijo...

Lo mejor de todo,amigo,es poder preguntar cosas al maestro sobre las que interese aprender...además soy de la opinión de que los maestros siempre están ahí,como el de tu historia y, en el fondo sienten el profundo orgullo (y responsabilidad) de poder ser maestros en algo y de que haya alguien que,por cualquier motivo,los aprecie...
Un fuerte abrazo