Mostrando entradas con la etiqueta febrero. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta febrero. Mostrar todas las entradas

martes, 3 de febrero de 2009

fábula de la ranita arborícola (final)

Abre...
La ranita líder de la expedición (que como ya habrás adivinado era ligeramente más inteligente que las demás), mientras que se dirigían hacia la segunda flor huyendo de los peligros de esas ranas tan raras, tuvo lo que se podría llamar una revelación.
Miró a su flor, a lo lejos, viva y amarilla.
Y miró a su destino, a lo lejos, vivo y amarillo.
Y descubrió que una estaba allí...(mueve la cámara de la imaginación hacia la izquierda) y otra allí... (seguro que no te tengo que decir lo que hay que hacer...) y se dio cuenta de que no eran iguales, que se parecían pero no eran lo mismo...
Decidió que al conjunto de las flores no se le podía llamar una...
Su cerebro enrojeció.
La ranita que le acompañaba gritó alarmada.
La ranita líder sonrió satisfecha...
Se llamaría una más una.
Al cabo de un rato llegaron a la flor de destino. Y la ranita suspiró..., apenas unos metros le separaban del mayor descubrimiento de la historia de las ranas.
Y las ranas empezaron la 1ª gran aventura de la historia de las ranas (evidentemente, la primera y la segunda ya se le habían olvidado...)
Pronto llegaron arriba pues las ranas son especialistas en saltar. Y llegó el momento en el que la ránita se asomó al borde de la flor...
Había más ranas... como ella... como sus compañeras...
La ranita hinchó su garganta con orgullo.
¿Adivináis lo que dijo?... Exacto... un potente y orgulloso --mipmip--

Aleja la cámara... hasta el planeta que llaman Tierra... gira la cámara hasta que los rayos del sol incidan de cierta manera sobre el planeta... así...

¿No se parece a una flor?...

FIN

No especificaré la moraleja de ésta fábula (pues todas, según dicen, tienen una), que cada cual saque la suya, si la ve. Quizá sea que sólo sabemos contar hasta uno, o que nos creemos demasiado singulares, o quizá que nos parecemos demasiado a unas ranas...
Una sabia señorita extrajo que había que continuar el camino, pues el premio estaba al final... aunque no te acuerdes de por qué empezaste...
Yo con arrancar un asomo de sonrisa en los labios del lector me conformo... pues esta historia la escribí para hacer reír...