lunes, 2 de febrero de 2009

consecuencias

Otra vez de noche. Y otra vez el mismo pequeño sillón amarillo orientado hacia la ventana.
Ahora no es Bon Jovi el que suena, sino una canción lenta de Muse. Ya no se anima, quizá porque no le apetece.
Llegó el momento de anunciar su decisión, y la única persona que importaba, la única que de verdad quería que le entendiese, no lo hizo.
Lo que en su mente sonaba como contundentes argumentos, a su lado aparecían como sombras de actos sin sentido, buscados para perjudicar, para llamar la atención o para otros malvados propósitos que ni siquiera se acuerda.
Se acordó de esa maldita aura que desprendía.
Una especie de carisma que sin querer, sin coacción, sin sentido; te obliga a aceptar sus órdenes con un rápido ¡Si, Señor!; que desvaría tu mente hasta aceptar sus argumentos como verdaderos, casi como únicos.
Las hojas se mecían por el viento. Acompañadas de una pequeña llovizna.
El mendigo tiene una pequeña esperanza. Se halaga. Quizá incluso sea necesario. O al menos uno más.
Pero como toda luz proyecta una sombra, una especie de conciencia, la malvada que habita en todas las mentes, la que todos odiamos pero que a veces necesitamos, aparecía...
Quizá si tuviese más peones en ese ajedrez de diez piezas... quizá su opinión sería diferente.
Quizá sólo se agarraba a un clavo ardiendo...
No se daba cuenta de los sacrificios que hacía el mendigo... o no los quería ver...
El mendigo desdeñó esos pensamientos, simplemente porque no se imaginaba a alguien así, alguien con la que había compartido tanto...
El mendigo tomó otra decisión.
Amaba al ajedrez.
Amaba a los peones.
Y lo último que quería era causar problemas.
Ayudaría en lo que pudiese. Mientras fuese necesario.
Después de eso, cuando todo, o la mayor parte de todo estuviese solucionado, abandonaría.
Sólo por un tiempo. Quizás...
Pero lo haría.

1 comentario:

Max Estrella dijo...

Compañero, muy críptico...yo le recomiendo que,para todo,trate las cosas de frente,las hable claramente...las decisiones difíciles al principio duelen,los enfados e indiferencias al principio dañan,pero luego nos hacen crecer...yo tenía y creo que sigo teniendo la capacidad de hacer crecer mis espaldas para aguantar lo que sea...si quiere o le apetece,en mi blog tiene mi correo...espero noticias...
Un abrazo