miércoles, 25 de marzo de 2009

ojitos de coral

Me dirigí a mi cuarto maldiciendo...tocaba cena familiar.

Al cuarto de hora ya estábamos allí. Mi padre y yo nos apiñamos un poquito en el rellano de la puerta, en un pequeño gesto de autoprotección; ninguno de nosotros es bueno en lo referente a asuntos sociales. En cambio, mi madre adelantó un paso y se cercioró de que su vestido estaba perfecto, desde que yo recordaba siempre había sido así; mi madre en en el frente de batalla atusándose el vestido y mi padre y yo en la retaguardia, con esa fingida sonrisa de afecto...

Mi tía nos abrió.

La velada iba justo como me la esparaba, educados comentarios acerca de mi viaje a la ciudad, denotando escaso interés, respondidos de educados comentarios acerca de lo bien que me iba, denotando lo poco que me importaba su interés. Pronto la conversación giraría hacia el "chico bueno" de la familia...

Pero algo sucedió diferente esa noche...
Vino mi tío, y me presentó por enésima vez a su primer hijo de apenas 2 años, que, naturalmente, no se acordaba de mi.
En un instante ya me quedé prendado de sus ojos, azul eléctrico, que incluso teñían la pupila de vivos colores de coral, o lo que yo imaginaba que era coral. Al principio me miró con miedo, y le tendí una mano, pronto ese miedo se convirtió en curiosidad, la confianza llegó en apenas segundos...y al poco tiempo ya estaba correteando sobre mi tripa y subiéndose a mi espalda.
La falta de siesta pronto hizo mella en él y poquito a poco sus golpes y corretonas disminuían su intensidad, dejando su voz en un murmullo apenas audible. Nos sentamos a descansar y,
acompasando mi respiración a la suya, pronto se durmió en mi pecho.

Miré a su padre, jugando la partida, gritando y bebiendo, y sentí ira... ira por la educación que iba a tener, quería enseñarle la utilidad de las matemáticas, la belleza de la literatura, y sobre todo, las maravillas de la química... y... con ese padre poco podría aprender....

Mi tío se dio cuenta de que le miraba y, preocupado, vino a verme, me sonrió y cogió al pequeño. Delicadamente, lo llevó hasta el sofá y lo tumbó.

Me odié a mi mismo por haber pensado eso de mi tío... ahora mismo mi primo sólo necesitaba amor, y mi tío tenía amor de sobra para darle...

La educación vendría despues....

viernes, 13 de marzo de 2009

fines de semana...

Escribo esto, en cinco minutos de escapada entre examen y prácticas...

Indignado. Así me siento.
Porque nos tratan como máquinas... como futuros productos... productos de alta calidad, evidentemente;productos muy importantes para la sociedad, claro; pero productos al fin y al cabo.

No ven personas, ven horarios, asignaturas y futuro prestigio para la universidad.
No les importa poner clase por la mañana, no. No les importa poner tres horas y media de prácitacas por la mañana, no. Tampoco les importa poner exámenes esa misma semana, no.
Por que les da igual tu estado, les da igual la fatiga cerebral, pero el horario encaja....

El pequeño romántico del siglo dieciocho que hay en mi pide a gritos un corte de venas o un suicido de similar dramatismo...
El pequeño científico del siglo veintiuno piensa que me ayudará en mi futuro y sabré enfrentarme a los problemas y a la ansiedad....
Y yo... mientras.... descanso. Espero.
Que piensen ellos.

Ya es viernes... Toca divertirse...